¿Por qué se dice que este modelo implica un cambio cultural y qué beneficios trae?
Con la agilidad hay una confusión de base. Muchas veces se dice que se trata de una metodología, cuando en realidad es una mentalidad (o un mindset, como les gusta decir a los agilistas), una filosofía o una serie de principios.
Estos principios originalmente se pensaron para el desarrollo de software, pero con el paso del tiempo también se extendieron al trabajo en otras áreas de las empresas como Recursos Humanos y Marketing.
¿Pero por qué entonces se habla de la agilidad como una metodología? Porque sobre la base de los principios fundamentales de la agilidad se desarrollaron una serie de marcos o metodologías de trabajo que ponen en práctica los fundamentos.
De acuerdo a su idiosincrasia y a sus necesidades, cada empresa podrá adoptar el marco de trabajo o la metodología ágil que le resulte provechosa (como Scrum, Kanban, etc.). Pero antes de ello será necesario que desarrolle una cultura ágil, es decir, los valores, comportamientos y hábitos necesarios que permiten que los procesos ágiles, las formas de trabajar y comunicarse prosperen de una manera sostenible. Esto implica aprender algunos hábitos nuevos, y desaprender otros.
Valores en juego
La transformación que genera la agilidad implica cambiar la manera de trabajar de los equipos y directivos, la forma en que se organiza y opera la empresa, y el modo en que se diseñan los productos y servicios. Por este motivo puede hacer falta capacitación para asegurar que las nuevas formas de trabajar y comunicarse se adopten cabalmente.
Podría decirse que la cultura ágil se basa en algunos valores que se ponen en juego y que le dan su característica particular. Por ejemplo la mentalidad ágil promueve:
- La colaboración y la capacidad de compartir ideas y opiniones abiertamente.
- Los errores se ven como experiencias de aprendizaje; y la diversidad se considera como una fortaleza.
- La transparencia es vital. Así es como el plan y los problemas se comparten en y entre los equipos, y la información no se oculta.
La agilidad en la práctica
Las organizaciones ágiles crean una visión y un propósito compartido y llevan adelante sus proyectos mediante una red de pequeños equipos autogestionados. Trabajan con ciclos rápidos de decisión y aprendizaje (iteraciones veloces y continuas) e incorporan marcos de gestión por objetivos. Además realizan reuniones retrospectivas para lograr mejoras.
En todo el mundo cada vez más empresas están adoptando la agilidad para mejorar la entrega, aumentar la velocidad y mejorar la experiencia del cliente y del empleado. La agilidad ayuda a optimizar tanto la calidad de los productos como de servicios que genera una empresa, y a enfocarlos en las necesidades reales de los clientes, lo que se deriva en una mayor satisfacción de este último.
En un estudio el 89% de los encuestados dijo que los equipos ágiles de alto rendimiento están centrados en las personas con un fuerte apoyo de liderazgo y una cultura y herramientas definidas.
La cultura ágil minimiza la autocracia, el control y la burocracia. Se enfoca en las personas y las interacciones y busca empoderar a los equipos. Y además persigue la mejora continua a través de circuitos de retroalimentación.
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